Siempre me ha dado cierta curiosidad el pulpo. Cuando era chica el solo pensar en este bicho lleno de tentáculos y ojos saltones me hacia tiritar, ni en broma lo habría probado, a menos que me hubiesen engañado haciéndole pasar por otra cosa. Si así fue, nunca lo supe.
Con el tiempo y ya habiendo incursionado en la cocina, lo probé y me encanto. Pero eso aún estaba lejos de animarme a comprarlo y cocinarlo!!! Me seguía dando nervios esa textura gelatinosa y su aspecto, por lo que prefería comerlo en restaurantes o comprarlo ya preparado.
Cuando estuve en Lima comí pulpo en todas sus formas: en ceviche, al olivar, a la parrilla, con arroz, apanado, etc... Y siempre delicioso!!! Aun así, no me animé a aventurarme. Hasta que un buen día una amiga me pide un ceviche. "Hazlo a tu gusto" , me dijo, "pero que tenga ¡pulpo!" No me pude negar, nunca me niego a los desafíos culinarios. ¡¡Había llegado el día!!!
Primer paso, COMPRE EL PULPO. Después de mirarlo y mirarlo, vinieron las dudas. ¿Como hacerlo y que no falle? No podía quedar duro, ni chicloso, ni desabrido..... Vamos investigando en los múltiples libros de cocina que tengo en mi biblioteca. Despues de mucho buscar, ¡¡Todas las recetas eran distintas!! ¿Cual elegir? , le pregunto a una amiga.
"Tengo un amigo español experto, llamemos", me dice
Y eso hicimos. Llamamos a Ramón, quien amablemente nos dio su secreto.
"¿Cómo? Es muy fácil, dijo. ¡Solo tenéis que asustar al pulpo 3 veces!
En una olla con agua hirviendo, sumergís el pulpo y lo sacáis inmediatamente, solo para que se asuste. Esperáis que hierva nuevamente el agua y lo volvéis a asustar, y repetís otra vez la operación asustando al pulpo por tercera vez. Luego lo dejáis cocinar durante 40 minutos y ¡ya!"
Fue una aventura. Cómo nos reímos y nos sorprendimos cada vez que asustamos a nuestro pulpo, viendo como se iban encrespando sus tentáculos e iba tomando un color diferente! Gozamos, y el resultado fue excelente. Mi amiga quedó fascinada con el ceviche y yo feliz de terminar con el susto al pulpo y poder asustarlo a él.
(Esperar que se enfrié antes de cortarlo)
¡GRACIAS RAMON!